La Capilla es un lugar de encuentro, en donde por medio de la visual se marca la cruz como una unión entre dos planos , la vertical y la horizontal marcan dos ejes en los cuales arquitectónicamente se logra componer el edificio y en su sentido simbólico enmarcan la relación entre un plano celestial y uno terrenal, entre una vertical que se fuga del cielo al suelo y una horizontal que se extiende, enmarcando la cruz como el punto central que abraza todo el edificio, en donde se unen estos dos planos, el cielo y la tierra. 
La arquitectura busca la transparencia, la claridad del concepto, una relación con el adentro y el afuera, en primer lugar el recorrido logra que la persona a medida que entre a la iglesia se involucre inmediatamente con el espacio que lo rodea y pueda sumergirse en un espacio cálido y sublime, que invita a la permanencia, un lugar donde cada persona pueda ver y experimentar más allá del espacio mismo, pueda conectarse con el significado de algo más profundo, y pueda tener ese encuentro. 

Las luces pequeñas se resuelven en un sistema de pórticos que se extienden alrededor de la capilla, se entierra permitiendo una mejor distribución de las aulas y los espacios de oficina para la capilla, a la vez separa el espacio principal de culto y genera en la cubierta espacio público transitable y permeable para el peatón, conectando así el nivel del peatón con la ronda del río y la naturaleza colindante.  
Desde el exterior la capilla se entiende como un lugar de referencia, un lugar que te invita a entrar, a la vez que representa transparencia y claridad, sin que esto interfiera o afecte la actividad o a las personas que se encuentran en el interior, este es el resultado también de enterrar el espacio y lograr desde la calle una visual tanto de lejos como de cerca que igual enmarca esta cruz y su significado, también desde el río una visual que lleva hacia la capilla en donde se logra ver el arco que abraza todo el espacio y un borde claro en donde hay un espejo de agua que cae hacia la capilla como si hablase de lo infinito, esto a su vez, busca generar una relación más clara con el río y el entorno existente.
Arquitectónicamente esta relación entre el adentro y el afuera se ve reflejada en un interior abierto, pero que a su vez logra acoger y aislar del exterior a medida que se entra, sin perder la riqueza que este ofrece en términos visuales y de relación con su entorno, la vegetación, el río y la plaza; esto se debe debido a la inclinación que se le da a esta, la cual cumple dos funciones, la primera es permitir una mejor visual hacia el lugar del sacerdote, de modo que todos puedan ver cómodamente hacia el interior, y la segunda, relacionada más con su carácter representativo, cumple la función de aislar a medida que se entra, ya que la persona se va introduciendo en un espacio que se va enterrando, en donde la única visual es hacia la cruz, la cual a media la persona camina y se acerca por la nave central va acentuando una vertical más pronunciada y una horizontal más amplia, dejando como plano final una cruz que abarca todo el espacio.
El agua como recurso arquitectónico, revive la presencia del río y también simbólicamente da a entender como a partir de esa unión entre dos planos, uno horizontal y otro vertical, surge algo nuevo, una esperanza, surge vida a partir del sacrificio. De esta manera se entiende la cruz a partir de su connotación bíblica, de cómo a partir del dolor de uno, surge la esperanza de todos. Además, el agua cumple la función de aislar el adentro del afuera, de generar un plano del fondo en donde la caída del agua, el color y el sonido enriquecen el espacio y logran conmover. 
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